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Más de lo mismo, gane quien gane

Arturo Huerta González

En los discursos de inicio de campaña, nadie cuestionó la política económica predominante que ha generado un pobre crecimiento de 0.8% promedio anual de 2018 al 2023, y que por más política social, sigue acentuándose la desigualdad del ingreso y de la riqueza, donde el sector bancario-financiero gana lo que quiere y seguirá siendo intocable, determinando la política económica a su favor. De ahí que no hay cuestionamiento a la austeridad fiscal, ni a la alta tasa de interés, ni al peso fuerte, ni a los tantos tratados de libre comercio que nos han llevado a tener menos crecimiento económico, deterioro de la estructura salarial, donde ha disminuido significativamente el número de trabajadores que gana arriba de dos salarios mínimos y se ha reducido la participación de las remuneraciones en el ingreso nacional. En el 2018 éstas eran el 31.7% y en el 2023 pasaron a ser 26.1%, evidenciando que se ha deteriorado el nivel de vida de las grandes mayorías de la población. Las candidatas y el candidato a la presidencia se pronuncian por incrementar las políticas sociales. Hay que señalar que gobierno que llega siempre incrementa los gastos sociales por motivos electorales y ello no ha erradicado la pobreza y la desigualdad del ingreso. La gente necesita apoyo social, pero más quisiera conseguir empleo bien remunerado y ser útil al país. Para reducir la pobreza se requiere política de empleo, lo que ninguna candidata y candidato plantea. Para que las empresas generen empleo, éste tiene que redituarle más de lo que va a gastar en su contratación y para ello tiene que enfrentar perspectivas de crecimiento, lo cual no está presente con la política de alta tasa de interés, austeridad fiscal y peso fuerte. El gobierno es el único que puede generar empleo sin fines de lucro, pero para ello hay que gastar y con la austeridad fiscal que todos defienden seguirá el problema de desempleo, subempleo y la miseria que conduce a la delincuencia creciente que enfrenta el país. En las campañas se habla de que combatirán la delincuencia, pero no presentan políticas para encarar de raíz el problema que la origina.

La candidata oficialista se pronuncia por mantener el peso fuerte, sin considerar el gran daño que ello le ha ocasionado a la economía nacional. Dicha paridad se ha logrado con la entrada de capitales que vienen por las altas tasas de interés establecidas por Banxico, la cual encarece el crédito y la deuda y restringe la inversión y el consumo y favorece a la banca y al capital financiero, acentuando la desigualdad de la riqueza en el país. No es posible mantener la apreciación del tipo de cambio considerando que nuestra productividad es menor que nuestros socios comerciales y nuestra inflación en mayor que la de ellos, lo que coloca en desventaja a la producción nacional frente a importaciones. De ahí que importamos 55% de los granos básicos que consumimos, e importamos 475,600 millones de dólares en el 2023, lo que incrementa el déficit de comercio exterior, llevando la economía a depender más de la entrada de capitales, los cuales nos salen muy caros y se traduce en gran transferencia de recursos al exterior por el reembolso de las utilidades que éstos devengan. Nadie plantea política industrial y agrícola para avanzar en la sustitución de importaciones para reducir el déficit externo y los requerimientos de entrada de capitales y para impulsar el crecimiento económico.

Las políticas predominantes privilegian objetivos de disciplina fiscal, baja relación de endeudamiento, alta tasa de interés, peso fuerte, libre movimiento de mercancías y capitales, que favorecen al sector financiero y a las empresas transnacionales que actúan en detrimento del sector productivo, del crecimiento económico, de la generación de empleo bien remunerado, como del medio ambiente. No se puede continuar con las políticas que desatienden los objetivos nacionales.

Para la candidata del oficialismo seguirá la política de no incremento de impuestos. Hay que señalar que un gobierno que no controla la moneda requiere de impuestos para financiarse y poder atender las demandas nacionales. Además, los impuestos son para redistribuir el ingreso, si la banca está obteniendo altas ganancias por las altas tasas de interés, habría que poner un alto impuesto a dichas ganancias, lo que permitiría ingresos a favor del empleo, de la producción de granos básicos, del desarrollo tecnológico e industrial y a la banca no le pasaría nada.

La no atención de los problemas de subempleo, de deterioro de la estructura salarial y de creciente desigualdad del ingreso y la riqueza, pasan a ser insostenibles, dado el clima de delincuencia creciente que enfrenta el país.

No pasa por la mente de las y el que quiere gobernar al país realizar propuestas de política monetaria y fiscal para compatibilizar pleno empleo con baja inflación y hacer que el sistema bancario sea funcional a dichos objetivos, debido a que exige impulsar la producción nacional para lo cual habría que bajar la tasa de interés, incrementar el gasto público y tipo de cambio competitivo, que trastocaría los intereses del gran capital financiero.

La gente tiene que preguntarse, ¿de continuar la política neoliberal actual, estaremos en el 2030 mejor de lo que estamos ahora? ¿Habrá menos pobreza, menos desigualdad del ingreso y de la riqueza? ¿Habrá menos delincuencia de la que tenemos ahora?

ahuerta@unam.mx
Profesor del Posgrado de la Facultad de Economía de la UNAM desde 1975