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México SA: Aquí nunca pasa nada

reforma energética

M ero espejo de lo que sucede en el ámbito federal, los gobernadores despilfarran a manos llenas, demuestran su destreza como magos (“desaparecen” los recursos y nadie más los vuelve a ver) y, lacrimosos, pretextan que nunca tienen dinero para atender las urgencias de sus respectivas entidades, situación que los “obliga”, según dicen, a endeudarse abundante y permanentemente.

Y en esa dinámica los 31 estados de la República, más el Distrito Federal, cerraron junio pasado con una deuda conjunta cercana a 512 mil millones de pesos, casi 20 por ciento más que en diciembre de 2012 (con una economía que “crece” diez veces menos), cuando el inquilino de Los Pinos cambió de nombre. ¿Dónde quedó ese dinero y a qué se destinó?

Nadie sabe, aunque todos lo suponen, pero lo que sí se puede documentar es que ese río de recursos públicos no se destinó a estimular la economía ni a mejorar el bienestar social. Mucho a menos a infraestructura, salud, educación (la nómina magisterial es otro asunto) y empleo formal y bien remunerado. Cerca de 512 mil millones de pesos no pueden ocultarse bajo el colchón, de tal suerte que alguien debía investigar su paradero y castigar a los irresponsables. Sólo en lo va del nuevo siglo la deuda de los 31 estados de la República y el Distrito Federal se multiplicó por cinco, mientras la economía no deja de caer y la pobreza de crecer.

Sin embargo, el “ministro del (d) año”, Luis Videgaray, apaciguó a los nerviosos, porque, dijo, “México no tiene un problema de sobrendeudamiento de estados y municipios, pues apenas suma 2.9 por ciento del producto interno bruto”, proporción que “se compara de forma favorable con Argentina, donde es de 7 por ciento; Brasil, de 12 por ciento, o Estados Unidos, de 18 por ciento del PIB”.

Al “ministro” le parece que el de la deuda de los estados y municipios no es un problema, porque los mexicanos pagan menos que los argentinos, los brasileños y los gringos, es decir, lo mismo que sucede con el tipo de cambio (“la depreciación ha sido mayor en otras naciones”), porque de plano “a otras economías les ha ido peor” que a la nacional (EPN dixit).

En efecto, el problema no es para Peña Nieto ni Videgaray, porque no son ellos quienes pagan la deuda (la federal, que está bastante crecidita, ni la de estados y municipios, que como proporción del PIB se duplicó en lo que va del gobierno peñanietista), sino los mexicanos, quienes no viven en Argentina, Brasil o Estados Unidos, ni tienen tiempo para atender que “a otras economías les ha ido peor”, pues les sobra con lo que padecen internamente (economía en el suelo, dólar en el cielo, débito en la estratósfera y prófugo el desarrollo) y entienden que los discursos no se comen ni pagan la renta.

Pero bueno, ya que la deuda de estados y municipios no es un problema (Videgaray dixit), pues apenas rebasó la cota del medio billón de pesos, al gobierno federal retomó la idea (la original fue hecha pública en la toma de posesión de EPN, 33 meses atrás) de presentar una “iniciativa de Ley de Disciplina Financiera de las Entidades Federativas y los Municipios”, avalada y aplaudida (¡faltaba más!) por los propios gobernadores que han hiperendeudado a sus respectivas entidades.

Lo mejor del caso es que la fiesta sigue, porque tal iniciativa no prohíbe a los gobernadores cerrar la llave de la deuda ni cargarle la mano a sus “representados” (los que pagan), aunque sí “establece principios y lineamientos para que lo hagan de forma mucho más ordenada y con responsabilidad, frente a las condiciones que mantenga su hacienda pública”, al tiempo que “propone diversas medidas para asegurar un manejo responsable, eficiente y prudente de las finanzas públicas”, en el entendido de que “sólo podrán contratarse con la institución financiera que ofrezca las mejores condiciones de mercado”, es decir, a lo que de muchos años atrás los obliga tanto la Constitución federal como las estatales, y no las argentinas, brasileñas o gringas, sino las autóctonas.

Como acostumbra, el inquilino de Los Pinos hizo pública la citada iniciativa en faraónico acto en la residencia oficial, con la presencia de prácticamente todos los gobernadores, y las “máximas autoridades” (así les llaman) del Poder Legislativo. Pudieron ahorrarse la pena, pero no se aguantaron las ganas y el único mandatario que tomó el micrófono fue Eruviel Ávila (como siempre, para lanzar porras y besos al “señor presidente”), que no es otro que el representante de uno de los estados más endeudados del país y con mayores índices de pobreza.

Dice el “ministro” que “México no tiene un problema de sobrendeudamiento de estados y municipios”, pero el hecho es que alrededor de 90 por ciento de los ingresos de los estados y municipios es aportado por la Federación, de tal suerte que los gobernadores tienen dos sopas: o pagan el servicio de la deuda para seguir endeudándose o atienden las urgencias sociales. Dada la maravillosa situación económica del país, los ingresos repartibles van a la baja y los recortes tienden a ser algo común. ¿Qué elegirán, pues, los mandatarios?

En este sentido, información de la Secretaría de Hacienda revela que, por ejemplo, el gobierno de Coahuila supera por casi tres tantos el monto de las participaciones federales (el dinero que le suelta el “centro”), es decir, por cada peso que recibe de la Federación adeuda cerca de tres, lo que si bien para el “ministro” no significa un problema, sin duda alguna para los coahuilenses lo es, y muy grave.

Pero hay más casos: en Chihuahua el salvador de Lolita Ayala endeudó tanto a la entidad, que hasta un banco apareció entre sus haberes personales. En su sexenio (al que les resta un año) César Duarte incrementó la deuda pública del estado en 250 por ciento, y a estas alturas de cada peso de participaciones federales Chihuahua debe 2.4 pesos.

Qué decir de Nuevo León, donde la parejita gubernamental (papá e hijo) incrementaron 230 por ciento la deuda estatal, hasta llevarla a más de 62 mil millones de pesos, y la relación entre participaciones federales y deuda es de uno contra 2.3. Y en Veracruz el otro Duarte se endeudó a más no poder, dejó de pagar a todos, se dedicó a perseguir a comunicadores y otras gracias, y de cada peso que recibe de la Federación debe 1.2 adicionales. En la misma están Sonora, Quintana Roo y Nayarit, sin que los demás estén en jauja.

Pero tranquilos, que ya lo dijo el “ministro”: ustedes paguen, que no hay problema (para él, ¿qué lo será?).

LAS REBANADAS DEL PASTEL

Y de cereza, dólar a 16.72 pesos y barril de petróleo a 39.32 billetes verdes, lo cual, desde luego, tampoco es problema.

Carlos Fernández Vega
Carlos Fernández Vega
Autor de la columna México SA de La Jornada. Presidente del Comité Editorial de filiales y franquicias de La Jornada.