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Reformulaciones en torno al trabajo

 

Guillermo Luévano Bustamante

Desde la década de 1980 académicos de variadas posiciones ideológicas se han pronunciado por lo que denominan “el fin del trabajo” (Gorz, Meda, Rifkin). Las diversas tesis “finalistas” en torno al concepto de trabajo sostienen que dicha actividad ha perdido la centralidad que en la sociedad le atribuyó el marxismo. Ya sea porque se considera que las nuevas modalidades de contratación están efectivamente precarizando el empleo, volviéndolo atípico, por el efecto de las nuevas tecnologías y la emergencia de teletrabajo y formas que adquiere la relación productiva, o por las modificaciones que se han suscitado en lo que conocimos como “trabajo típico”.

Y más aún, entre las tesis finalistas del trabajo se sostiene que ya que los nuevos movimientos sociales reivindican otras demandas no asociadas con la clase social, ni son encabezados por el movimiento obrero o sindical, ha habido un supuesto desplazamiento político de la actividad productiva. Ahí mismo es posible encontrar afirmaciones que refieren que los procesos sociales y económicos asociados a las relaciones de trabajo están perdiendo interés entre las investigaciones de ciencias sociales.

Es verdad que el capitalismo actual ha reformulado al trabajo, es posible identificar en las transformaciones actuales varios fenómenos aparejados a la meta categoría que llamamos ‘globalización’. Principalmente la flexibilidad que encubre la precarización del empleo, la deslocalización, el desplazamiento de su protección jurídica dentro del derecho social hacia un retorno a las relaciones contractuales civilistas.

Pero a pesar de todas esas transformaciones en el mundo del trabajo no son menores ni su valor intrínseco en la sociedad, ni su centralidad, ni el interés que concita en la academia. Desde las críticas marxistas se sostuvo que si bien la explotación del trabajo ajeno de una clase sobre la otra implicaba la forma de explotación por excelencia, también el trabajo mismo podría, si no era explotado, constituir el vínculo entre la naturaleza y la sociedad y una posibilidad de autorrealización humana en la medida en que potenciaba las capacidades de los seres humanos.

En todo caso es pertinente identificar cómo las nuevas expresiones y modalidades del trabajo reflejan las crisis cíclicas del capitalismo. Y más aún, considero que se vuelve pertinente pensar en cómo es posible que las y los trabajadores respondan al agravio contra sus derechos y la dignidad de su trabajo.

Es posible que la economía solidaria, autogestiva, que la recuperación y defensa del trabajo digno constituyan alternativas viables a la precarización laboral cada vez más extendida. Pero en todo caso no bastaría, hace falta una participación más activa de la clase trabajadora. De muchas maneras, las expresiones actuales de descontento social sí son encabezadas por la clase trabajadora en México: las resistencias contra la reforma educativa, que despliega personal docente disidente, las movilizaciones de personas trabajadoras del jornal agrícola, la resistencia de los electricistas, lo que contribuye a sostener que el trabajo sigue siendo una categoría central en la disputa política de la sociedad capitalista actual en el país.

Twitter: @guillerluevano

Guillermo Luévano
Guillermo Luévano
Doctor en Ciencias Sociales, Profesor Investigador en la UASLP, SNI, columnista en La Jornada San Luis.