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Luis Ricardo Guerrero Romero

De mismo modo en que la naftalina ayunta los bichos no gratos a la mayoría de mi ropa, así es mi propia vida. En ocasiones yo soy la naftalina, y en otros momentos, soy sólo mi ropa. Es decir, mi octagésima época me arrolla con el vigor de un adolescente erguido ante las posturas más caprichosas. No obstante, y con un punto y a aparte, es vital que sepas que Margara me enseñó lo que mucho anhelé, a vivir con frescura, pues de la mano con el ir y venir y el romper tantas y sobradas reglas que nunca imaginé hacer a un lado para continuar este cansancio de cargar la bandera del vitalismo. Pero por eso te envío este audio, que evidentemente antes de grabarlo lo redacté en mi libretita de notas donde enlisto los medicamentos con sus horas, para que no se me olvide envejecer.

Descubrí todavía a mis años, que hay cosas que no deseo entender, por sólo esa razón, tengo años que mis lazos con toda religión están rotos, y en lugar de imaginar que me escucha “san mil ruegos”, hablo en mi mente y espíritu con Humboldt, el explorador y curioso de las causas imposibles. Aunque no está demás plantear aquí que, ante toda mi experiencia, nunca supe con certeza lo que dice un llanto de un niño recién parido, ni mucho menos lo que indica la mirada de mi perro; pero, sobre todo, romperé en angustias al no saber hasta dónde llega el amor de una madre.

Hace poco, quizá una semana, no lo recuerdo del todo bien, la demencia por cuerpos de Lewy me limita más de lo que me hace imaginar los días y las cosas; tuve la oportunidad de dialogar con mi bisabuelo, él me comentó que todo iba e irá bien, que sólo era tiempo de esperar, como quien espera la melodía deseada en la estación radiofónica, es decir, esperar sin esperarla, y que únicamente de ese modo podría romper los paradigmas de un viejo con aroma a naftalina.

¿Qué significa romper?, rompecabezas; ron, peca y besas; rómpela, corrómpela, irrúmpela eternamente, haz por favor que se corrompa. Que agudeza es romper y que grave es romperse; nada está exento de romper y ser roto. Dicen sin hablar los gabinetes de siniestros: “rómpase en caso de incendio”, rompamos todos los días, rompe tu tú, rompe mi yo. Romper es y será la vida. Rompen la morfología de una neomadre, rompe la infancia la pubertad, desgarra, hace dos o tres pedazos la vida el Tiempo, pues es el mejor rompedor con su maligna herencia de Saturno (Cronos), matando a su hijo único.

Pero volvemos a la cuestión de romper, y no rompido el lenguaje, encontramos que, tal verbo prorrumpe ante otros para hacernos saber que su estancia en nuestra lengua es gracias a la lengua latina: rumpo rumpi ruptum, que puede definirse como: hacer pedazos o rasgar en dos o más algo, o alguien tal vez. Romper es estallar, es sideral, romper es una cómica experiencia, romperse antes de romper. Romper el hielo con nosotros mismos cada nuevo día, cada nuevo tiempo, antes de que Saturno nos rompa la madre.

l.ricardogromero@gmail.com