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San Luis sin partidos

Jaime Nava

D esde el primer minuto del Domingo de Resurrección dieron inicio, de distintas maneras, las campañas de las y los candidatos a diputaciones y presidencias municipales. Unos optaron por realizar mítines en compañía de militantes y simpatizantes, como en el caso del PRD, PAN y PRI, otros recorrieron las calles, propaganda en mano, para ponerle cara a la boleta; sin olvidar al nostálgico turqueso que aprovechó la afluencia dominical de personas en el parque Tangamanga I para hacerse notar como nieto del cacique Jonguitud.

Asidos al presupuesto las y los nuevos sonrientes comenzaron a recorrer la capital y el estado con el objetivo de llegar al cargo desde el cual podrán servir o servirse. Un escenario democrático ideal, lejano, muy lejano, sería aquél en el que la ciudadanía tuviera serias dificultades para elegir a un sonriente de la baraja porque, en la realidad y no sólo en el discurso preelectoral, los partidos políticos únicamente postularían a las personas más aptas (y no a las mejor relacionadas).

No obstante, eso no ocurre al interior de los partidos y ninguno, aunque enarbolen la bandera del cambio con frases como: “¡claro que podemos!” o bien se disputen la portación legítima de la esperanza y la pureza como sucede entre Morena y Movimiento Ciudadano, se ha salvado de la infiltración dentro de sus filas de personajes que poseen todo aquello que le critican al partido contrario. No todo está perdido, finalmente una persona debe ocupar cada cargo y existen algunas candidaturas que destacan en juventud y propuestas a quienes quizá se les debería conceder la oportunidad de ganarse, por méritos propios, vítores o mentadas.

A pesar de contar con un mes de ventaja, quienes sueñan con domicializar sus pagos a la casa ubicada en Montañas Rocallosas número 122, durante seis largos años, no han logrado establecer los vínculos necesarios con la ciudadanía para que sus propuestas, si es que las tienen, trasciendan y, como milagro cuaresmal, se multipliquen en forma de votos el día de la elección. Con el arranque de todas las campañas surgen dos preguntas entre la ciudadanía: ¿Votar? y ¿Por quién votar?

¿Elegir a un candidato rana que encontró manera de burlar la ley para promocionarse antes de tiempo sin recibir sanción? Si como candidatos buscan formas para burlar la ley en su beneficio ¿de qué serán capaces con el poder en las manos?

Cansada de la falsedad que le ocultan bajo promesas y frente a una realidad que no ofrece ninguna alternativa de cambio hacia el futuro, buena parte de la ciudadanía elige rechazar todos los asuntos que involucren partidos o políticos y, en consecuencia, el abstencionismo electoral. La salida del aire de la periodista Carmen Aristegui y la programación de un encuentro entre las selecciones mexicana y brasileña para el día de la elección no es una casualidad predestinada, es, con histórico cinismo, una burda maquinación, para aprovechar el abstencionismo que se pueda generar, hecha por quienes detentan el poder y se benefician del status quo.

En Internet se discute a diario si el abstencionismo o la anulación del voto beneficia a algún partido en específico. No acudir a la casilla el día de la elección no debería ser opción para ningún ciudadano. Abstenerse, en efecto, facilita el camino para aquellos partidos o candidatos que, aunque no sean la mejor opción, encontraron la manera de llegar a un mayor número de electores.

El voto nulo o, como proponen desde la asociación civil Ciudadanos Observando, votar por candidatos no registrados, tiene un efecto directo en la vida democrática en el estado. Los partidos deben obtener, por lo menos, 3 por ciento del total de los votos emitidos para conservar su registro; es decir, para seguir existiendo. Cada voto nulo o por un candidato no registrado cuenta como voto emitido lo que significa que, si se incrementan los votos nulos, más votos emitidos serán contabilizados en el resultado total de los votos dificultando la existencia de una buena parte de los partidos políticos que actualmente existen.

Anular los votos con el fin de que desaparezcan los partidos, aunque no lo parezca, es una acumulación de actos individuales y colectivos, con beneficios colectivos que no sólo implican la, necesaria, victoria ciudadana, sino el inicio de una nueva formación de la conciencia ciudadana.

¡Que la UASLP baje los costos de posgrados y licenciaturas!  #EducaciónParaTodos

¡Ni un día más en el silencio, ni un día más sin Carmen Aristegui!

@JaimeNavaN

Jaime Nava N.
Jaime Nava N.
Estudiante de maestría en Derechos Humanos por la UASLP. Activista en Amnistía Internacional.