Cecyte
Retienen por varias horas a directora del Cecyte
19 noviembre, 2014
Octavio Pedroza privatización
“Acción Nacional es y seguirá siendo mi partido”: Octavio Pedroza
19 noviembre, 2014

¡Se está muriendo un cabrón!

Óscar G. Chávez

A José R. Valles Murillo por la paciencia,
por la zozobra constante que le genera la extensión.

E n un entorno inmerso dentro de la bajeza humana y que raya en frontera con la bestialidad; donde imperan abusos del fuerte contra el débil, corrupción, drogas, hambre, prostitución, suicidio y cualquier ejemplo de degradación que se quisiera hallar, se desarrollaba la vida dentro de la antigua penitenciaría de Lecumberri.

Antonio Torres-Torija y Sánchez Valverde, Miguel Quintana, y Antonio M. Anza y Anza, su diseñador y constructores, seguramente jamás imaginaron la carga emocional que su simple referencia generaría en aquellos que lo conocieron o supieron de él desde su momento inaugural hasta su clausura, entre los años de 1900 y 1976.

Diversas obras bibliográficas hacen referencia directa o indirecta a este centro penitenciario, sin embargo las de mayor aporte, por constituir una fuente indispensable que permite reconstruir la vida dentro de la prisión, son las de aquellos que siendo sus moradores dejaron su testimonio vivencial. En este contexto podemos mencionar Adiós Lecumberri,  de Gregorio Cárdenas; La piel y la entraña, experiencias vertidas por David Alfaro Siqueiros a Julio Scherer; y El apando, obra histórica literaria de José Revueltas, donde describe concienzudamente el cotidiano existir de sus compañeros de encierro.

Quizá esta última es la más conocida por haber servido de guión a la película que con el mismo nombre produjera Felipe Casalz en 1975. Ésta, acaso más cruda que la obra literaria por constituir un referente visual del que difícilmente podremos olvidarnos, es una verdadera recreación de la infame vida que llevaron aquellos que fueron puestos por diversos delitos, bajo la tutela del criminal sistema penitenciario imperante en México hasta hace algunos años.

Revueltas, huésped frecuente de varias penitenciarías mexicanas por su permanente activismo en los movimientos sociales que ocurrieron a lo largo de su vida; logra, mediante su magistral prosa, atrapar al lector al grado de hacerlo partícipe casi directo de las atrocidades cometidas dentro de aquella universidad del crimen. No es de sorprender que luego que fuera convertida en película y proyectada dentro del marco del vigésimo Festival Internacional de Cine de San Sebastián, una miembro del jurado que la evaluaba, la actriz mexicana Dolores del Río, enfurecida se retirara de su sitial, por considerarla una muestra denigrante de un sector de la sociedad mexicana. Una porquería de tal magnitud arropada en el lábaro patrio, puntualizó.

Por irónico que parezca, la repugnancia generada en la diva mexicana, es hoy un referente sociológico de lo que pudiera considerarse uno de los rostros ocultos deliberadamente –por un gobierno que se empeñaba en crear una imagen de apariencia– de un sector que constituye la espina dorsal de la escatología mexicana.

No es gratuita la mención de esta obra hoy que se conmemora el centenario del natalicio de José Revueltas Sánchez (1914-1976). José, de quien en esta efervescencia de su centenario se han ocupado una serie de finas plumas especializadas en el entendimiento de sus obras, compitió en sensibilidad y talento con sus hermanos Silvestre, músico; Fermín, muralista; y Rosaura, actriz. Con fino acierto los define el sociólogo musical Pablo G. Ascencio: los Revueltas: más estirpe divina que familia.

No es posible, en efecto, ubicar a los Revueltas dentro de otro parámetro; la magnitud de sus obras artísticas en conjunto, nos invita a tratar de comprender el entorno de esta estirpe creadora que supo captar desde la óptica de la sensibilidad social y plasmarla en su arte, la problemática que afectaba en su momento a los sectores vulnerables y bajos de la sociedad mexicana.

En este sentido la obra literaria de José, empata cabalmente con su ideología y militancia políticas; no es gratuito que su primer obra Los muros de agua de 1941, surja luego de una estancia de tres años –en intervalos– en la prisión de las Islas Marías. Es evidente que en el caso de Revueltas exista una total comunión entre sus vivencias y lo plasmado mediante la pluma de su inconformidad social, que se constituiría en una crítica permanente al sistema político gubernamental existente en aquellos años y que nunca aceptó como un modelo ideal o válido, frente a la problemática social del país.

Entre la lista de prisiones visitadas por Revueltas, se encuentra como espacio clave la de Lecumberri, mencionada líneas arriba como un espacio en el que se sometía a los reclusos a toda clase de vejaciones propiciadas y permitidas por un aparato penitenciario imposibilitado por sus incapacidades y limitantes. La vida dentro de ella nos lleva a pensar en un estado existente dentro de otro estado, que sabedor de lo que ocurre dentro de aquel, trata en la medida de sus posibilidades de mantenerlo oculto frente a los extraños, pero emplearlo siempre como un instrumento de terrorismo psicológico, a los propios que en algún momento pretendan transgredir las leyes y normas por él dictadas. La obra literaria sin embargo recorre el velo que la mantiene oculta y la muestra con todo el esplendor de su repugnante realidad.

La crudeza manifiesta en esta obra, encuentra su culmen en los diálogos generados por los tres personajes principales dentro del apando; espacio destinado a la segregación, castigo por excelencia a quienes infringían las ilegales leyes existentes dentro de aquella prisión. Diálogos que mas que invitar a la reflexión, demuestran como el individuo tiene la capacidad mimética de descender a lo más bajo –dentro de la escala de valores humanos– para posibilitar la satisfacción de sus necesidades básicas, y sobrevivir en una antesala del infierno.

¡Acá se está muriendo un cabrón!, es una de las expresiones que hacen perceptible a la realidad una de las constantes en aquel lugar. La muerte como elemento natural no genera mayor problema; sin embargo resulta imposible tratar de comprenderla cuando es generada por y dentro del mismo sistema que debiera garantizarla a los que allí ha confinado, y de los que se desentiende y muestra omiso e inoperante en situaciones agravantes como ésta.

Señalar al estado como responsable de la comisión de delitos que llevan al responsable a purgar una sentencia dentro de estos espacios, de los que el mismo estado también es responsable, por ser su ente regulador, es una visión de extremo maniqueísmo que implicaría en cierta forma aceptar la existencia de un paternalismo irrefutable. Sin embargo, y al margen de analizar las causas que llevan a cualquier persona a delinquir, y a las autoridades ejecutorias a imponer las sanciones respectivas; es necesario considerar que desde el momento que son recluidos, el estado asume la tutela y por ende deberá otorgar las garantías que aseguren su seguridad integral durante su cautiverio y la posterior rehabilitación que posibilite su reinserción social.

La realidad actual del entorno mexicano, no es muy distinta a la captada por Revueltas al interior de aquel espacio; es la de un aparato gubernamental omiso que se muestra indiferente frente a la problemática social que enfrenta en estos momentos; realidad que pretende también ocultar a la opinión pública y que se empeña en continuar considerando como pequeñas manifestaciones que pretenden desestabilizar un gobierno que, desde su misma óptica, constituye el único modelo que garantiza la estabilidad y el desarrollo según sus parámetros.

Desafortunadamente para este estado y por oposición razonada, hoy se encuentra frente a un amplio sector poblacional que se muestra abiertamente crítico al considerar que no existen las garantías que permitan afirmar que su modelo es el idóneo. La pasiva y aletargada capacidad de respuesta del aparato gubernamental, propició que se conociera la realidad imperante en gran parte del país y que trascendieran al ámbito internacional los focos de alarma que se había empecinado en ocultar.

No sabemos si de forma positiva o negativa, la grave situación del país muy similar a la que atraviesa la misma presidencia de la República, es hoy imposible de ocultar; y las críticas y movimientos sociales que están a la orden del día, parecieran todavía no generar una respuesta positiva en la clase política, que más que atender el reclamo popular, pareciera que escucha –sin otorgarle  la importancia pertinente– un desvanecido grito similar al que emergió del apando. Sin embargo no han considerado, por analogía, que el cabrón que se está muriendo, equivale al mismo gobierno.

#RescatemosPuebla151