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  • Monreal, el innombrable
  • Puebla, Tamaulipas, Tijuana
  • “Que se vayan a otro partido”

Julio Hernández López

Ha sido la propia presidenta formal de Morena, Yeidckol Polevnsky, quien ha hecho una cruda descripción de lo que está sucediendo al interior del joven partido, que es hegemónico como consecuencia del arrastre electoral de Andrés Manuel López Obrador pero, al mismo tiempo, es frágil y equívoco en su construcción institucional y, sobre todo, en sus procesos de postulación de candidatos a puestos de elección popular.

En el mayor desahogo verbal que ha tenido respecto a lo que acontece en Morena, Polevnsky, quien ha sido la empresarial ejecutora de órdenes superiores en ese partido-movimiento, ha dictaminado que en el partido ahora gobernante hay sabandijas infiltradas, demonios sueltos, oportunismo, actitudes mezquinas y perversas, venta de candidaturas y militantes metiches, latosos, chapulines y traidores. Ah, y machines perversos que desean quedarse con el control del partido.

Tal emisión verbal de YP se produjo en términos generales, sin especificar a sus destinatarios, aunque la realidad política los muestra sin margen de equivocación: la embestida de Yeidckol va dirigida a Ricardo Monreal, el actual coordinador de la bancada senatorial de Morena y, en esa condición, jefe político de esa cámara en la que ha tenido éxitos de concertación al mejor estilo del priismo clásico (la aprobación, por unanimidad, de la Guardia Nacional, y la luz verde a Yasmín Esquivel para que sea ministra de la Corte, por dar dos ejemplos recientes), los cuales en lugar de abonarle puntos en la grilla palaciega provocan celos y enojos en miembros del círculo central obradorista.

Monreal es un ejemplo depurado de trapecismo político: ha pasado de partido en partido y de cargo en cargo, siempre con capacidad para mantenerse en los escenarios centrales. Uno de sus momentos más difíciles se produjo justamente a causa de ese círculo central obradorista que le impidió ser candidato a la gubernatura de la Ciudad de México, arguyendo que una encuesta de opinión (jamás probada ni exhibida) le daba la delantera a Claudia Sheinbaum. Monreal amagó con dejar Morena y aceptar una candidatura de varios partidos opuestos al andresino. Finalmente, negoció una candidatura al Senado y la coordinación de la bancada correspondiente.

Polevnsky se ha topado ahora con una cerrada oposición de militantes de Morena tras los cuales ha estado la figura de Monreal y sus operadores. En Puebla, caso que citó Yeidckol, aunque sin mencionar expresamente a Alejandro Armenta Mier, la candidatura de este senador morenista ha sido apadrinada por el citado Monreal, mientras que la presidenta del partido abiertamente se ha cargado a favor de la reincidencia electoral de Miguel Barbosa. En Tamaulipas, el delegado de Morena, Alejandro Rojas Díaz-Durán, ha acusado a Polevnsky de actuar de manera facciosa y provocar la división de los militantes de ese partido. Rojas Díaz-Durán es suplente del senador Monreal y ha sido asesor político de este.

Hay otro punto de inconformidad con el manejo político del comité de YP, pues el delegado en Baja California, Leonel Godoy, quien fue gobernador de Michoacán, no ha sido capaz de mostrar la supuesta encuesta de opinión que habría desbancado a Jaime Martínez Veloz del primer lugar en todas las encuestas de opinión, publicadas y disponibles, para ser candidato a la presidencia municipal de Tijuana.

Frente a esas expresiones de inconformidad en estados donde habrá elecciones en este año, Polevnsky ha endurecido el lenguaje, en un símil con el foxismo que en 2000 proponía botar a víboras prietas y otras especies animales dañinas. Yeidckol, ahora, ha postulado que los morenistas deben atenerse a las reglas del partido, “si no, que se vayan a otro partido, que se regresen a donde vinieron porque se la pasan acusando” (las citas y referencias utilizadas en esta columna han sido tomadas de la nota de Néstor Jiménez en el portal de La Jornada: https://goo.gl/XJDp14 ).

La precandidatura de José Narro Robles para presidir el Partido Revolucionario Institucional parece contar con el beneplácito de los reales factores de poder, que no por haberse quedado con un instrumento partidista deshecho carecen de fuerza y recursos para intentar recomposturas. Un signo de que hay un impulso poderoso a esa postulación de quien fue rector de la Universidad Nacional Autónoma de México puede advertirse en Sonora, donde la gobernadora en funciones, Claudia Pavlovich, miembro destacado del grupo de Manlio Fabio Beltrones, avanza en la perspectiva de dejar el timón de aquella entidad norteña para acompañar a Narro en la fórmula priista, como aspirante a la secretaría general. ¿Quién supliría a Pavlovich en Sonora si su planilla triunfara? ¿Sylvana Beltrones entraría como relevo, con un periodo administrativo acortado, o se reservaría para una elección ordinaria, para un periodo de seis años, en circunstancias electorales cada vez menos propicias para el priismo en Sonora (y en el país entero)?

Julio César López Patolzin, uno de los jóvenes normalistas desaparecidos en Iguala, habría sido miembro del Ejército mexicano y, en esa condición, familiares de él habrían recibido ayuda económica de arcas militares, según lo revelado por el periodista Humberto Padgett en el noticiero radiofónico matutino que conduce Ciro Gómez Leyva.

Esa relación laboral, de infiltración para tareas de espionaje, no fue informada a las autoridades civiles ni a los investigadores nacionales e internacionales del caso. En el nuevo marco político y militar del país, es imprescindible que se esclarezcan estas zonas y se avance en la resolución, sin concesiones ni escondrijos, de este tema central de los años recientes mexicanos: la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa y el papel jugado por autoridades de diversos niveles y, en particular, militares, en este episodio criminal de altas complicidades aún impunes. ¡Hasta mañana!

Julio Hernández López
Julio Hernández López
Autor de la columna Astillero, en La Jornada; director de La Jornada San Luis.