A cinco semanas de esta consulta, programada para el 23 de junio, el discurso no contuvo grandes anuncios ni medidas polémicas.
En un comunicado difundido antes de la tradicional ceremonia, Cameron avanzó que “establece un claro programa de reformas sociales, para derribar los obstáculos para permitir a todos disfruta de oportunidades” de prosperar.
La mejora de las cárceles, y nuevas medidas contra el extremismo o la corrupción, fueron algunos de los asuntos abordados en el discurso.
La reina recorrió en una carroza la distancia que une Buckingham al Parlamento y pronunció el discurso en la Cámara de los Lores acompañada de su marido Felipe de Edimburgo, y tocada con su corona imperial, hecha con unos 3 mil diamantes.
El discurso está rodeado de tradiciones. Por ejemplo, el Palacio de Buckingham retiene a un diputado como rehén hasta que la reina vuelve sana y salva, un legado de una época en que tal cosa a veces no ocurría.
Desde que en 1642 el rey Carlos I ordenó detener a cinco diputados, ningún monarca ha puesto los pies en la Cámara de los Comunes. Un emisario de la Cámara de los Lores, conocido como Black Rod, va a buscar a los diputados para que asistan al discurso en la cámara alta, pero su primer acercamiento es rechazado con un portazo para reafirmar la superioridad de la cámara baja, que es electa.
Los sotanos del Parlamento son revisados cuidadosamente como es tradición desde el complot católico para asesinar al rey en 1605 liderado por Guy Fawkes, cuyo rostro es hoy popular gracias a las máscaras de los hackers de la red Anonymous.





