Los lujos de Belmárez
Ni cómo creer en los partidos
Titular de la ASE, ¿para Navidad?

Aún no pasa de moda ni cae en desuso el ocioso ejercicio de exhortar a los funcionarios públicos a evitar hacer promoción de su imagen personal durante la rendición de los informes de actividades, ciudadanos, de gobierno o cualquier otro nombre que decidan ponerles. La presidenta del Consejo Estatal Electoral y de Participación Ciudadana cumplió con dejar constancia de que públicamente pidió que no se caiga en esas prácticas a quienes aspiren a contender en la elección de 2018.

Su mensaje fue dirigido específicamente a alcaldes y diputados; al gobernador, Juan Manuel Carreras López lo excluyó por considerar que, como le restan años a su mandato, todavía no tiene otras aspiraciones. Posteriormente el subconsciente la traicionó o en un acto de profunda franqueza reconoció que sería difícil sancionar a los funcionarios que se promocionen porque “es complicado saber con anticipación si buscarán alguna candidatura”.

Mal augurio que los encargados de organizar y vigilar el proceso electoral del año siguiente muestren cierta resignación ante las violaciones a las leyes. Además de fútiles, las palabras emitidas desde el Ceepac carecen de fuerza, situación que los partidos políticos han aprovechado en los últimos meses para demostrar que no les preocupa su opinión y continuar promocionando las acciones de sus gobiernos con las frases que mejor les convengan porque es más rentable.

Y es que los privilegios, lujos y excesos que se pueden alcanzar a través de los partidos políticos son bastantes y abarcan todo lo imaginable. Un ejemplo reciente es el Partido del Trabajo, cuyo nombre debería cambiarse por “El Partido de Belmárez”, ya que este instituto político ha sido utilizado por el dos veces diputado plurinominal, José Belmárez para costearse comidas en restaurantes de San Luis Potosí, según datos revelados por la organización Ciudadanos Observando.

En un mes, el Partido del Trabajo gastó cerca de veinte mil pesos únicamente en consumo de alimentos en sitios como Pueblo Bonito, La Estación, cervecería La Legendaria, Toks, o en la carnicería El Ingrato. Al pobre diputado, los más de 80 mil pesos que gana por sentarse en el Congreso del Estado no le alcanzan ni para comprar carne y tiene que completar su dieta con los recursos públicos que le entregan a su partido.

Esa es una de las razones por las cuales ocho de cada diez jóvenes en el país desconfían de los partidos políticos, de acuerdo con información del Instituto Nacional Electoral en la que se menciona que ese grupo demográfico es el que menos vota. Por eso, expertos en lucrar con los problemas que ellos mismos han contribuido a generar, es decir, los priístas, modificaron sus estatutos para ceder una de cada tres candidaturas a personas menores de 35 años.

El primero en celebrar esa decisión fue el diputado Gerardo Serrano Gaviño porque sabe que pronto pedirá licencia para buscar dar el salto al congreso federal.

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Por cuarta ocasión desde que asumió la presidencia de la Comisión de Vigilancia en el Congreso del Estado, la diputada perredista Graciela Gaitán Diáz anunció que la próxima semana será emitida la convocatoria para elegir al nuevo titular de la Auditoría Superior del Estado.

Si en esta ocasión las palabras de la legisladora son ciertas, sería hasta finales de octubre cuando se conozca el nombre del nuevo auditor. Tal como están las cosas, lo más probable es que alarguen la designación hasta diciembre, con la intención de que la ciudadanía esté ocupada con la agenda navideña y sea sencillo colar en ese puesto a una persona que cumpla con la flexibilidad y entendimiento político que requieren los grupos políticos para perpetuarse en el poder.

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Los burócratas del estado lograron un incremento de 4.9 por ciento directo a sus salarios. ¿Tan sanas están las finanzas? Los representantes de la Confederación Patronal de la República Mexicana y de la Cámara Nacional de Comercio criticaron la medida.

(Redacción: Jaime Nava)

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