Federico Anaya Gallardo

Recordemos algunos de los detalles de mi último comentario. Propuse que entre los convocantes de la cumbre de Sharm el-Sheik del 13 de octubre de 2025, Catar —con apenas 3 millones de habitantes de los que sólo una décima parte son ciudadanos— es un Estado simple (poco denso institucionalmente) cuya política gira alrededor de una dinastía y adonde la ciudadanía se restringe a las tribus originarias. En cambio, Turquía —con 85.4 millones de habitantes— es un Estado complejo cuya política republicana está en constante flujo.

Egipto, aunque es el país más poblado del Medio Oriente —113 millones de habitantes— es una república desestructurada, especialmente después de la Primavera Árabe. Desaparecidos los liderazgos pan-arabistas (Nasser y Sadat), la sociedad política egipcia ha dependido cada vez más de una élite militar poco disciplinada y terriblemente egoísta —que apoyó a un tirano como Mubarak y luego lo defenestró. Hoy ocupa la presidencia el general Sisi. Pese a esta debilidad institucional, siguen importando la gran población, el hecho de que el país hace frontera con Israel, y que esta frontera sea el punto de acceso más sencillo a Gaza. Estos factores hacían indispensable que Egipto tuviese un asiento de primer nivel en la cumbre. Por cierto, ya pocos se acuerdan de que la Franja de Gaza era originalmente territorio egipcio y que la entonces República Árabe Unida, bajo el mando de Nasser, lo perdió en la Guerra de los Seis Días (1967).

Si examinamos los países invitados a la cumbre de Sharm el-Sheik en 2025 a partir de los conceptos de densidad institucional/complejidad socio-política, resulta que la mayoría de los invitados regionales son gobernados por estados simples, de muy baja densidad institucional —como el convocante Catar.

En este grupo están Jordania —11.5 millones de habitantes— y Arabia Saudita —34 millones de habitantes—. Estos son dos de los cuatro reinos árabes que Inglaterra aceptó reconocer en la región después de la primera guerra mundial. (Los otros dos eran Egipto e Iraq, adonde el pan-arabismo derrocó a los reyes e instauró repúblicas.) En ese grupo también están las monarquías del golfo: Kuwait —4.3 millones de habitantes—; Baréin —1.6 millones de habitantes— y Omán —4.6 millones de habitantes. Los tres son monarquías encabezadas por dinastas que llevan el título de emir. La última monarquía del golfo invitada es Emiratos Árabes Unidos (EAU) —9.5 millones de habitantes— que es, aunque muy poblada, una confederación de pequeños emires que eligen de entre ellos a un “presidente” que gobierna la confederación monárquica. Los pequeños emires aceptan llamarse sheik o jeque de modo que el presidente de EAU sea el único emir. En total, se trata de seis estados monárquicos; todos en la región geopolítica mayor, Medio Oriente.

En la cumbre, sólo cinco de los estados convocados eran repúblicas: Iraq, Azerbaiján, Paquistán, India e Indonesia. Pero de estos, sólo UNO —Iraq, con 46 millones de habitantes— está en Medio Oriente y tiene interés directo en el Levante. Por supuesto, ya sabemos que el convocante egipcio es republicano. Pero importa recordar la historia de ambos para comprender por qué ambos son repúblicas desestructuradas y muy débiles.

Tanto en Egipto como en Iraq dominó por décadas el movimiento pan-arabista que encabezaba el Partido Árabe Socialista Baaz (حزب البعث العربي الاشتراكي , Hizb al-Baaz al-Arabi al-Ishtiraki). Las banderas de Iraq y Siria —25 millones de habitantes— eran similares porque el baazismo prometía una república árabe unida. (Igual origen tiene la bandera de Palestina, por cierto…) Al parecer, de este sueño de una federación amplia de repúblicas árabes no queda nada hoy en día.

El Baaz fue un movimiento nacionalista y revolucionario que en México evocaría luchas similares. De nuestro lado del mundo la recuperación del canal de Suez por Nasser se podía equiparar a la expropiación petrolera cardenista… Incluso, el enemigo era el mismo: La Pérfida Albión. Igualmente, la lucha del Baaz iraquí contra los ayatolas iraníes en los 1980 se parecía a la lucha contra los fanáticos cristeros. (Siendo yo muy joven escuché una conferencia de un diplomático iraquí en México que hacía el paralelo con toda la intención de generar nuestra simpatía.) El movimiento pan-arabista incluía a la extraña república de Gadafi en Libia —llamada la “Gran Yamahiriya Árabe Libia Popular Socialista” o “Estado de las Masas Árabe Libio Popular Socialista” o en árabe الجماهيرية العربية الليبية الشعبية الإشتراكية (al-Jamahiriyya al-Arabiyya al-Libiyya al-Shabiyya al-Ishtirakiyya)— que, más allá de lo esperpéntico de su líder (y lo largo de su nombre oficial), ganó muchísima legitimidad aprovechando la riqueza petrolera para beneficiar a la inmensa mayoría de su población. Por último, queridas lectoras y lectores, recordemos que el pan-arabismo y su versión de los ideales socialistas estaban atrás de movimientos de liberación y resistencia como el palestino —Organización para la Liberación de Palestina, OLP— en el Mashrek y el sarahuí —Frente Polisario— en el Magreb.

Los baazistas conquistaron el poder en Siria e Iraq e influyeron mucho en el Egipto nasserista. En su tiempo, el nacionalismo Baaz fue apoyado por la URSS y atacado por EU —salvo cuando EU cambió caballo en Iraq para atacar la revolución islámica chiíta en Irán luego de 1979. Esta veleidad o emergencia no duró mucho. EU terminó por desestabilizar y fragmentar la república baazista de Iraq. Más tarde, las “revoluciones” de la Primavera Árabe —con financiamiento catarí— permitieron a los estadunidenses desmantelar los estados nacionalistas en Túnez, Libia y Egipto y —finalmente— en Siria, adonde el régimen de los Assad se derrumbó a finales de 2024.

Por cierto, de Siria, hay que decir que durante la larga guerra que desmanteló el Estado Baaz (2011-2024) la Federación Rusa decidió seguir la línea geopolítica de apoyo a Siria. A cambio, el régimen Baaz le autorizó a establecer dos bases militares, una en Hmeimim (fuerza aérea) y otra en Tartus (base naval). El estatus de estos dos enclaves militares aún está a discusión con el nuevo régimen sirio —encabezado por islamistas radicales. Notemos que Siria NO estuvo invitada a la cumbre.

En otras palabras, vista desde la región (Medio Oriente) la cumbre de Sharm al-Sheik estaba dominada por monarquías tradicionales y sub-representó el movimiento republicano pan-árabe. Las primeras tienen petro-dólares. El segundo, desarticulado, representaba a las masas de la región. ¿Qué tanto puede durar un arreglo así? Yo apostaría que muy poco.

Aparte, la convocatoria aisló a la única otra república densa y compleja de la región: la República Islámica de Irán (جمهوری اسلامی ایران‎, Jomhuri-ye Eslamiye Iran), nacida en 1979 de una inesperada y flamígera revolución contra un estrambótico monarca absoluto —Mohamed Reza Pahleví. Irán tiene 89 millones de habitantes, el segundo país más poblado del Medio Oriente, sólo detrás de Egipto. Aparte, y contrario a los egipcios, los iraníes tienen una próspera industria petrolera. Y —para coronar su poder— Irán puede cerrar el Estrecho de Ormuz deteniendo el flujo de una quinta parte del suministro mundial de petróleo y gas natural. Todo lo que aquí señalo hace inexplicable la ausencia de Irán en la cumbre de Sharm el-Sheik —a menos de que los convocantes supiesen que el arreglo propuesto por EU no será viable ni podrá operar en el largo plazo.

Vista desde nuestra barrera, la república iraní sería algo así como un México en el que los cristeros hubiesen ganado su guerra: Un arreglo republicano y constitucional, con elecciones periódicas, pero con una participación activa y permanente de los clérigos. Una sinarquía… Las y los mexicanos laicos no podríamos simpatizar con ese tipo de régimen. (El arreglo iraní tampoco entusiasma a los kemalistas turcos, por supuesto.) Pero que no nos simpatice el arreglo actual de Irán no significa que su Estado no sea denso institucionalmente o que su arreglo socio-político no sea complejo. Y, por población, riqueza y geografía, sabemos que Irán es una potencia regional que no puede ser excluida de un arreglo.

En la cumbre de Sharm el-Sheik hubo cuatro convocados asiáticos de fuera de la región de Medio Oriente. La invitación hecha a los paquistaníes, azerís e indonesios probablemente tuvo que ver con que se trata de sociedades musulmanas. Indonesia, por ejemplo, es el país con mayor población musulmana en el mundo. Y Paquistán ha recibido por mucho tiempo financiamiento de Catar para sostener un régimen más o menos fiel a la tradición islámica —sin ser exactamente islamista. La densidad institucional de estos tres estados es muy alta, pero sus intereses en Medio Oriente o Levante no son directos. Podemos imaginar que EU los invitó para fortalecer la imagen de un “gran consenso internacional” y —tal vez— para balancear la influencia del Islam wahabí que impera en la península arábiga. (Sí, lectora: la dimensión religiosa islámica en la región es barroca. Chías versus Sunnís en general; wahabismo dentro del sunismo…)

¿Y por qué se invitó a la India? Por un juego geopolítico mecánico: si se invita a su archienemigo Paquistán, India debe estar presente. Como sea, la presencia de los dos grandes estados indostánicos en la cumbre subraya el aislamiento de otro actor extrarregional: China —el Estado que encabeza el proyecto global más importante de nuestra época, la Iniciativa de la Franja y la Ruta o 一带一路 (yi dai-yi lu) que toca a todos los países presentes en Sharm el-Sheik.

No olvidemos, por cierto, que China logró en 2023 la reconciliación entre Arabia Saudita e Irán. Saudís e iraníes habían roto relaciones diplomáticas desde 2016, luego de que manifestantes iraníes atacaron su embajada en Teherán. La protesta iraní fue causada por la ejecución de un clérigo chiita por el gobierno saudí (que sigue siendo un régimen religioso sunní wahabí, pese a la reciente modernidad impulsada por el príncipe heredero Mohamed bin Salmán o MBS). Que los dos principales estados ribereños del Golfo Pérsico estuviesen enemistados era un riesgo para el suministro de energéticos de China —y ponía en riesgo la expansión de la Franja y la Ruta. La diplomacia china demostró su eficacia y que podía funcionar como un mediador neutral en los conflictos de la región. Pero por eso mismo entraba en competencia directa con EU. Sólo esto explicaría su exclusión en Sharm el-Sheik. ¿En el largo plazo es viable dejar fuera a China? Yo no lo creo.

Las exclusiones subrayan que el EU trumpista no aceptará compartir esferas de influencia en la región. El problema es que excluir a esos dos actores hace más precario el arreglo que supuestamente se quiere construir. En una extraña alucinación, Trump decía que se estaba resolviendo un problema de tres milenios… y que su arreglo duraría otro tanto. No tomar en consideración al país más poblado de la región (Irán) y al promotor de la ruta comercial global con más expectativas de futuro (China) es un grave error.

No he hablado de Europa, que estuvo representada por ONCE estados. He incluido en este grupo a Chipre y Armenia por su filiación mayoritariamente cristiana. Esta filiación religiosa está, por supuesto, superpuesta al papel de algunos de los estados europeos como potencias ex-coloniales en Medio Oriente (Inglaterra, Francia, Italia). España fue un actor relevante en la región —¡pero hace tres siglos, como oponente global de la Turquía Otomana! Alemania es relevante por su peso económico —y por los símbolos asociados al origen del Estado de Israel. Grecia es vecina siempre incómoda de Turquía y no invitarla habría sido malo. ¿Pero qué relevancia tienen para el Levante Holanda, Hungría y Noruega? (Salvo que la invitación a Oslo fuera un guiño acerca del Nóbel… recordemos que Trump es un excéntrico peligroso.)

En la lista de invitados a Sharm el-Sheik había un grupo de “raros”: Canadá, Japón y… Paraguay. ¿Qué andaba haciendo por allí el presidente paraguayo Santiago Peña? Un misterio geopolítico. De los otros dos raros habría que pensar con más calma y más detenimiento.

En por mientras, durante la semana que siguió al besamanos y acuerdo en la Ensenada del Jeque, Israel empezó a presionar para obtener aún más de lo que ya había ganado en su guerra genocida. Señal de la precariedad de todo el arreglo.

¡Salud y República!

agallardof@hotmail.com

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