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Aplican técnica de cosecha de lluvia en zonas marginadas

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Redacción

Ciudad de México. Para que comunidades indígenas con menos de 50 habitantes tengan garantizado el derecho constitucional al agua, la Universidad Autónoma de Chapingo aplica la técnica de “cosecha de lluvia en zonas marginadas”. Se han instalado más de mil 800 módulos en zonas de extrema pobreza del estado de México, Hidalgo, Guerrero y Puebla, dijo Sergio Barrales Domínguez, rector de la institución.

La instalación más reciente se llevó a cabo el pasado día 15 en la comunidad Guadalupe Victoria, municipio Francisco Z. Mena, en la Sierra Norte de Puebla, en donde se instalaron 16 módulos para beneficio de 40 familias. Esta es una alternativa para que indígenas y campesinos accedan a un recurso del que carecen, expuso.

Explicó que el sistema fue desarrollado por académicos y alumnos del Laboratorio de Tecnologías Hídricas Innovadoras, el cual se ha perfeccionado en los nueve años que tiene de existencia; permite a las familias utilizar el agua para la agricultura, uso doméstico y consumo humano, pues se colocan filtros certificados internacionalmente.

Cada módulo tiene un costo de 70 mil pesos y un periodo de uso por 30 años; su instalación permite a las familias en extrema pobreza mejorar su calidad de vida y por primera vez, en generaciones acceder al agua potable.

Los recursos para el programa son de la UACh y superan los 40 millones de pesos, “es ajeno a los partidos políticos y a los gobiernos estatales, lo único que aportan los beneficiarios es la mano de obra para la construcción de su módulo de cosecha de lluvia”.

En el país, refirió, hay más de nueve millones de habitantes que carecen del acceso al agua potable y más de 13 millones reciben agua contaminada y se mantienen en pobreza extrema.

Juan Rafael Sánchez Bravo, responsable del proyecto, comentó que en la Sierra Norte de Puebla se construyeron 16 módulos y están en proceso de construcción 12 más en la Sierra de Guerrero, los cuales se sumarán a los poco más de mil que se han instalado en diversos estados. “Lo novedoso del sistema es que el agua ya es apta para consumo humano; el reto es seguir dando un aporte social con lo que se reduce el costo económico que les representa a las familias en pobreza extrema adquirir un garrafón de agua – cuyo costo es de 30 pesos por el líquido, más 50 pesos por la compra del envase- o comprar una pipa de agua”, que dependiendo de la región o zona puede llegar a rebasar los mil pesos.

“Nosotros queremos llegar a ese 10 o 15 por ciento de la población que no tiene posibilidad de que les llegue agua potable porque son poblados pequeños y están alejados de las zonas urbanas, como es el caso del ejido Guadalupe Victoria en donde hay solo 25 casas, por lo que otorgar un pozo representa un alto costo pues además están en la cima de la montaña”, agregó.

Pedro Ponce Javana, subdirector de Servicios y Extensión de la Dirección Cultural y Servicios de la UACh, puntualizó que en la instalación de módulos de cosecha de agua de lluvias para consumo humano no se admite la interferencia de religiones, partidos políticos o de los gobiernos estatales; “el reto es responder a las necesidades de las comunidades. Además, la universidad no se retira una vez que se instalan los módulos, da seguimiento al proceso pues hay comunidades que pasan por etapas de sequía y debe resolverse ese problema para garantizar el agua para consumo humano todo el año, para la producción de hortalizas a pequeña escala, para animales de traspatio o para producir peces. En esas comunidades es urgente generar fuentes de empleo en un entorno de economía familiar, acotó.