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Discuten las diferencias y similitudes de Ciencia y Literatura

Gabriela Frías, Jesús Ramírez y Alberto Chimal, durante la charla de este domingo. Foto Marco Peláez

Ciudad de México. Combatir la idea de las jerarquías cuando se habla de literatura y ciencia, pidieron la científica y matemática Gabriela Frías, el neurocirujano y autor Jesús Ramírez-Bermúdez y el escritor Alberto Chimal, este domingo en la Sala Ponce del Palacio de Bellas Artes en una mesa moderada por Adán Ramírez Serret.

Según Frías “tendría que estar superada la idea falsa de que la ciencia tiene una jerarquía superior a la literatura. Más bien habría que ver en qué medida las nuevas narrativas de la ciencia están permeando la literatura”.

Ramírez-Bermúdez acotó que también hay que combatir la idea de que literatura y ciencia son incompatibles o que ambas cosas son lo mismo. Chimal criticó a su vez el término “ciencia ficción” por ser una “mala traducción” del inglés, más bien sería una “narrativa que utiliza el discurso científico, así como considerar que éste género literario sea inferior o populachero.

En cuanto a los puntos de encuentro y desencuentro entre ambos, Frías expresó que en la literatura existe una tradición “desde antes de que la ciencia fuera ciencia”.

Ejemplificó con la obra de teatro La tempestad, de William Shakespeare, entre cuyos personajes Próspero puede controlar la naturaleza por medio de sus libros y la ayuda de un espíritu del aire llamado Ariel.

La figura de Próspero se basó en un personaje real, el matemático, astrónomo, mago, alquimista y astrólogo medieval John Dee. Igualmente mencionó la primera novela de ciencia ficción, Frankenstein, de Mary Shelley, surgida en torno a la posibilidad de revivir cadáveres con electricidad.

Respecto a los puntos de desencuentro, los científicos la mayoría de las veces no están contentos con lo que ven en los textos literarios de ciencia, y por el otro los escritores o críticos literarios se quejan que las novelas que tienen temas de ciencia no son literatura seria, acotó Frías.

Ramírez-Bermúdez señaló la necesidad de recuperar una filosofía científica en un mundo que se encuentra en “una crisis política, de relativismo moral y epistemológica, en que hay mucha información chatarra que se replica en forma anónima o con una agenda política y económica”. Al mismo tiempo hay que tener cuidado de que esta filosofía científica no se convierta en “una nueva forma de autoritarismo”.

En este momento, continuó el autor de Diccionario sin palabras y tres historias clínicas, “tenemos que defender el valor de la imaginación que es un dispositivo neurosicológico y cultural que permite adquirir mayor flexibilidad cognitiva, por una parte, y por la otra, desarrollar la creatividad”.

Chimal preguntó en dónde queda la literatura en una situación como la presente: “Entre otras muchas cosas, la literatura puede ser un vehículo del pensamiento científico, no sólo en el sentido estricto de la divulgación de tales y cuales conocimientos, sino una forma de acompañar a los lectores en la búsqueda de herramientas para entender el valor del conocimiento y para apreciar cuando sea posible, justamente estos riesgos que conllevan lo que Jesús llama crisis cultural que se deriva de estos viciados del relativismo”.