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Fallece Celso Piña, ‘El rebelde del acordeón’

El cantante y acordeonista Celso Piña durante su participación en el concierto 'Alemanifest' en la capital del país. Foto Cuartoscuro / Archivo

Ana Mónica Rodríguez 

Ciudad de México. El cantante y acordeonista Celso Piña, llamado El rebelde del acordeón, falleció este miércoles tras sufrir un infarto en su tierra natal.

El intérprete de 66 años de edad, impulsor de la cumbia colombia en Monterrey, fue internado de emergencia en el hospital San Vicente, donde murió momentos después.

Fueron más de 35 años de trayectoria, en los cuales el músico fue reconocido en México y América Latina, donde también se le conoció como El cacique de la campana, por su fusión de cumbia con todo tipo de géneros populares.

En una entrevista para este diario, expresó: “La música que hoy estoy haciendo ya ni es vallenato; es fusión, mezcla, otra cosa. Claro que en los conciertos tocamos la cumbia porque la raza lo pide”.

Además colaboró con roqueros y representantes de otros géneros como él alguna vez lo comentó: “Con Alex Lora cantamos Más allá del sol; con Alex Syntek la continuación del tema Aunque no sea conmigo, que se llama Herido; con Lila Downs, El pescador, una rola viejísima”, entre otros temas.

Nominado al Grammy Latino, llevó su música a más de 30 países con su tour Cumbia por el mundo; además se presentó en festivales como el Internacional Cervantino, Cumbre Tajín, Vive Latino, Machaca Fest, WOMEX, World Village Finlandia, Air Bag Festival Bélgica, Rock al Parque Colombia, entre otros.

El rebelde del acordeón llegó abrir sus conciertos con el tema de Macondo (de Oscar Chávez), que también al premio Nobel, Gabriel García Márquez, a quien llamaba “mi maestro y amigo”.

Sobre la anécdota de que puso a bailar a Gabo, contó: “Bueno, hay que aclarar eso, porque luego así se hacen los chismes. Le gustó mi música en una ocasión. Tocamos y se puso a bailar. Así. Otros bailaron. Me agradeció por poner en alto su folclor. Así fue”.

En 2001, comentó a este diario sobre un temor que lo rondaba: “Tengo miedo de acabar como Rigo Tovar, Janis Joplin, Jim Morrison o Jimmy Hendrix”, luego de ver un programa de televisión, sensacionalista, sobre El Sirenito, quien se ve acabado, enfermo, sin dinero, “como que se le va el avión”, y de él hablan muy mal sus ex esposas, sus hijos, lo que más ha querido.

Celso Piña fue un auténtico músico con raíces, respetado por la banda, por las miles de pandillas que pululan en las zonas marginadas de Monterrey, para ser preciso, los del Cerro de la Campana. Creó un movimiento que algunos llaman el estilo cholombiano. Pequeña Colombia, le decían a cierta parte de Monterrey, donde el ritmo sudamericano conforma una subcultura.

Hace varias décadas, Celso era uno más de estos muchachos. Un toque de suerte cambió su vida: su padre le regaló un acordeón y en el sótano se le oía duro y duro, tratando de imitar el sonido de un disco puesto a girar en un tocadiscos “de cajita, de esos de los que se separan dos bocinitas”. Era uno de vallenato.

La biografía de Celso aduce que fue 1981, el año en que Piña surgió en el ambiente musical de Monterrey, al lado de su conjunto -Ronda Bogotá- en la colonia Independencia. Hoy el Cacique del Cerro de la Campana o El Rebelde del Acordeón llevó su Cumbia sampuesana a otra dimensión.

JSL
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