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En Rusia, multan a joven por cazar pokemones en una iglesia

El joven bloguero Ruslan Sokolovski, en la audiencia donde se le impuso una multa por jugar ‘Pókemon Go’ en una iglesia. Foto Ap

Juan Pablo Duch, corresponsal

Moscú. Aunque la Constitución establece sin lugar a dudas que Rusia es un Estado laico, la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR) –cuya jerarquía, el Patriarcado de Moscú, es la máxima instancia de la religión que profesa la mayoría de la población en este país–, usa toda su influencia sobre los creyentes gobernantes rusos para arrogarse en la sociedad el papel que, en la época soviética, desempeñó el marxismo-leninismo como ideología oficial.

Esta conclusión se confirmó hoy, una vez más, con la sentencia de una corte de distrito en Yekaterimburgo que condenó a tres años y seis meses de libertad condicional al joven bloguero Ruslan Sokolovski, que –entre los cargos que le imputó la fiscalía– cometió el pecado, convertido arbitrariamente en delito, de poner en duda la existencia de Dios.

“Habló en términos despectivos sobre quienes creen que Jesucristo y Mahoma existieron en realidad…, lo cual constituye un delito tipificado en el Artículo 148 del Código Penal”, puede leerse en el documento inculpatorio.

Dicha sentencia, para un vocero del Patriarcado, el igumen (abad) Serapion, debe ayudar a Sokolovski a entender que Dios sí existe.

“Confiamos en que esa persona sea capaz de concluir que una sentencia tan suave se debe a que hay compasión y que esa compasión sólo puede emanar de Dios”, comentó satisfecho el jerarca religioso.

Acusado de “extremismo y de ofender los sentimientos religiosos”, la fiscalía pidió mandar a la cárcel a Sokolovski. Sin embargo, la juez Yekaterina Shoponiak no se atrevió hoy a reeditar el caso de las Pussy Riot, las muchachas del grupo punk que cumplieron condena entre rejas por realizar un peculiar performance –mezcla de ejercicios gimnásticos vueltos baile y de canto con música estridente– contra el presidente Vladimir Putin y el Patriarca Kiril en la Catedral de Cristo Redentor de Moscú.

Quizás igual de irreverente, pero como ellas merecedor a lo sumo de una multa, Sokolovski estuvo a punto de irse a la cárcel por una ocurrencia de dudoso buen gusto: cazar las figuras imaginarias del juego de computadora Pókemon Go dentro de un templo y, ante las protestas de los creyentes, en respuesta subir varios videos a Internet criticando a la Iglesia Ortodoxa Rusa y reivindicando su convicción de que Dios no existe y, por tanto, nadie debería sentirse ofendido.

Y entonces, desde los púlpitos de los templos ortodoxos y los medios de comunicación oficialistas, se desató la tormenta en su contra y el joven acabó en el banquillo de los acusados para beneplácito de los jerarcas religiosos.

Para no hacer el ridículo de castigar al joven por cazar pokemones y atribuirle el grave delito de extremismo, la juez incluye en su sentencia que “la culpabilidad de Sokolovski está demostrada con el testimonio de un testigo secreto, que dijo que él se refirió en términos negativos a los creyentes y el régimen, así como aseguró su deseo de irse del país”, entre otras formulaciones igual de concluyentes para la corte.