La redacción

Ciudad de México. El cine mexicano está poblado de grandes figuras que le dieron prestigio a nivel internacional y un respaldo con el público. Dentro de ese universo la presencia de Pedro Armendáriz resulta esencial para explicar gran parte del éxito de la llamada Época de Oro de la cinematografía nacional.

Hablar de Pedro Armendáriz, es hablar de un referente, de una figura icónica que encumbró la imagen bravía del charro mexicano, del caudillo revolucionario, del hombre de ciudad, del macho sensible, quien con una mirada expresaba todo.

El próximo 18 junio se conmemoran 54 años de la muerte de Pedro Armendáriz, un actor de altos vuelos, que lo mismo hizo cine en México, que Estados Unidos y Europa, perteneciente a la estirpe de las grandes estrellas que dieron gloria al cine nacional.

Por ello FilminLatino, plataforma de cine del mundo sólo para México, promueve tres grandes títulos que forma parte de su cátalogo, a través de los cuales se puede apreciar la grandeza histriónica de Armendáriz, que no conoció límites, lo mismo desde el drama, la comedia o la tragedia. Su universo cinematográfico tampoco tuvo fronteras; es la representación del mexicano humilde y sus avatares en el campo, pero también la del hombre citadino que tiene que afrontar otras problemáticas para defender sus ideales.

El rebozo de soledad, de Roberto Gavaldón (México, 1952)

Alberto Robles, un joven médico, se enfrenta ante la decisión de entregarse a una vida llena de comodidades y lujos o continuar dedicándose en cuerpo y alma a atender a quienes más lo necesitan: los habitantes de Santa Cruz, un pueblo oprimido por la crueldad del cacique local.

Flor de mayo, de Roberto Gavaldón (México, 1959)

Al llegar a Topolobampo, en la costa del Pacífico, el norteamericano Jim encuentra a su viejo amigo el marino Pepe, ahora dueño de casa propia y de su barco camaronero, marido de Magdalena y padre del niño Pepito. A Pepe y a su socio, y compadre Nacho, Jim les propone localizar bancos de camarones con un indicador de profundidad que ha conseguido, sin embargo todo se irá complicando poco a poco.

El impostor, de Emilio El Indio Fernández (México, 1956)

La historia de un profesor en una Universidad, que es despedido por reprobar la nueva rectoría que buscaba la pérdida de su autonomía. Vuelve a su pueblo natal donde empiezan las campañas políticas donde sólo hay un partido (el de siempre). Tiene muchos problemas financieros y los campos y el arado no le favorecen. Para su mala fortuna, es confundido por un abuelo de éste, héroe de la revolución desaparecido y polémico, que al tener tremendo parecido y compartir el nombre, obtiene su candidatura y la simpatía del pueblo.

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