San Cristóbal de Las Casas, Chis. El obispo de la diócesis local, Felipe Arizmendi Esquivel, afirmó que “es doloroso” y “una vergüenza” que integrantes de organizaciones campesinas hayan trasquilado y humillado a seis maestros en Comitán el pasado 31 de mayo.
En un comunicado añadió que “quienes incitan a estas acciones, no son dignos de confianza y son líderes inmorales”.
Abundó: “Me pregunté cómo es posible que haya personas tan deshumanizadas e insensibles, que no respetan a los demás, sobre todo a mayores de edad, que nada malo están haciendo. ¿Quién los azuzó, o quizá quién les pagó por hacerlo? ¿Quién está detrás de estas acciones?”.
Agregó: “¿Cómo podemos presumir de nuestro estado, si así nos exponemos públicamente ante el país, como una sociedad sin valores, sin respeto? ¿Quién va a tener ganas de visitar nuestras bellezas naturales e históricas? ¡Cómo dañan estas escenas al Chiapas bueno, pacífico y justo, que es la inmensa mayoría! Tanta violencia y agresividad se vuelve contra nosotros mismos”.
El pasado 31, seis maestros, dos mujeres y cuatro varones, que no participan en el paro de labores fueron obligados por campesinos a caminar descalzos durante más de dos kilómetros con letreros de “traidores a la patria” y “charros”, colgando sobre el pecho y luego los trasquilaron. Por estos hechos ya fueron detenidos dos miembros de la Organización Proletaria Independiente Emiliano Zapata (OPIEZ).
Al respecto, Arizmendi Esquivel dijo que “es muy preocupante que fueron jóvenes quienes se solazaban rapando a los maestros; incluso, una mujer joven. Y de los espectadores, muchos adolescentes y jóvenes, nadie se atrevió a evitar esta injusticia; al contrario, les aplaudían y apoyaban”.
Se preguntó: “¿Quién les ha enseñado a portarse de esta manera? ¿De qué hogar proceden? ¿Tienen padres que les eduquen en el respeto a los demás? Quizá carecen de una familia estable y armónica; quizá el padre está ausente y los niños y jóvenes crecen a merced de sus antojos y ocurrencias; quizá en su hogar hay violencia y es lo que ellos han aprendido. Yo procedo de una familia campesina, y nunca mis padres me enseñaron esas conductas”.
Dijo desconocer “si los agresores de los maestros son de alguna Iglesia; pero, si lo fueran, es una llamada de atención para nosotros, los pastores, para caer en la cuenta de que nuestra evangelización no ha llegado al corazón de muchas personas. Estos hechos nos indican que no llegamos a muchos ambientes, y crecen los niños y los jóvenes sin un camino recto, sin una luz que les oriente, sin un Salvador que los rescate”.
Cuestionó: “¿Qué hacemos en nuestras iglesias por los jóvenes y por los adolescentes? Esto nos habría de llevar a un serio examen de conciencia. Es una salida superficial sólo buscar culpables. Obviamente que, quienes incitan a estas acciones, no son dignos de confianza y son líderes inmorales”.
Manifestó que “debemos de analizar las raíces de estas conductas, y promover una evangelización más incisiva en las familias, para ayudarles a vivir según el plan de Dios, en amor, fidelidad, perdón y comprensión. La vida no es sólo comer y tener cosas; no es sólo placeres y libertinajes; es trabajo, respeto, solidaridad, convivencia, paz y ayuda mutua”.





