Jaime Nava

Ni el desabasto de combustible pudo desalentar a las más de diez mil personas que asistieron a la fiesta más esperada del año. Poco a poco fueron llegando a La Joya primero y a Laguna Seca después, miles de invitados provenientes de distintos estados del país junto a algunos extranjeros. La Joya y sus alrededores posiblemente seguirían siendo desconocidos para la mayoría si Crescencio Ibarra, padre de la quinceañera, no hubiera invitado a la pachanga a los habitantes de su comunidad a través de un video.

La misa y la comida se llevaron a cabo en un lugar conocido como La Presa, perteneciente a la comunidad La Joya, en donde, bajo 30 toldos, fueron colocadas mesas y sillas perfectamente adornadas con manteles blancos y rojos sobre los cuales flotaban globos con el nombre de la festejada sujetados a arreglos florales.

Las mesas comenzaron a ser ocupadas por cerca de dos mil personas a quienes sin ningún problema se les sirvieron distintos guisos acompañados por arroz, frijoles y cerveza. Un grupo de meseros recorría de extremo a extremo las mesas para reabastecer a los comensales o para ofrecer alimentos a quienes permanecían de pie.

A ese lugar llegaron el gobernador, Juan Manuel Carreras López; su esposa, Lorena Valle; el secretario general de Gobierno, Alejandro Leal Tovías, y el secretario de Seguridad Pública, Arturo Gutiérrez. Cuestionado acerca de si estaba garantizado el regreso de las personas debido a la falta de gasolina, Carreras López aseguró que en Petróleos Mexicanos (Pemex) estaban al tanto del evento y habían tomado medidas especiales para la zona de Matehuala. Asimismo, aseveró que se encontraba en comunicación con la empresa para solucionar el problema en San Luis Potosí.

Carreras López fue invitado a la mesa de Rubí y, junto con su familia y los presidentes municipales de Matehuala y Charcas, compartieron los alimentos en medio de un dispositivo de seguridad que impedía el acceso de la gente a la mesa donde se encontraban ellos.

Con su infaltable banda tricolor en la frente, “Juanito”, ex candidato a jefe delegacional en Iztapalapa, hizo acto de presencia y se dejó querer por quienes lo reconocieron. “A él lo mandó matar el Peje”, le dijo un hombre a su acompañante, que a su vez respondió: “esa sería una noticiota ahora que el Peje va que vuela para presidente”. Lejos de los temas políticos, un grupo de mujeres se retrataba junto a los integrantes de uno de los conjuntos musicales que amenizaron la comida. “Ya me tomé una foto con ellos están bien sabrosos”, presumía a su amiga una mujer que aparentaba cargar con 20 años más que Rubí.

“¡Rubí, Rubí!”, “¡Una foto Rubí!”, “¡Voltea Rubí!” le gritaban a la cumpleañera cuando se acercó al área donde se encontraban más de 20 pasteles; sin embargo la organizadora del evento les hizo saber que Rubí se tomaría la foto con los “proveedores” y que entonces podrían capturar el momento. Acto seguido Rubí fue subida a una camioneta para trasladarla a Laguna Seca, donde continuaría su fiesta.

En la era de las redes sociales, cientos de asistentes se apresuraron a inmortalizar su presencia en la llamada “fiesta más importante del año” sin que les interesara demasiado si era con Rubí, los integrantes de un conjunto musical o una pareja de polacos, solicitaban fotos con cualquier persona, personaje o paisaje que rompiera su cotidianidad.

En caravana, los asistentes tomaron sus autos para desplazarse ocho kilómetros más hasta la comunidad de Miguel Hidalgo, en el municipio de Charcas, en donde se llevaría a cabo la famosa “chiva de 10 mil pesos”, y el baile. Laguna Seca es un inmenso terreno en donde se levantaron dos escenarios para las distintas agrupaciones; también ahí se puso fin a la gratuidad: alimentos, bebidas, estacionamiento y los lugares para acampar tenían costo. En cinco puestos se vendían cervezas a 20 pesos por lata; tacos, tortas, hamburguesas y nachos se ofrecían a un precio promedio de 30 pesos. Una zona para quienes desearan pasar la noche con su propia tienda de campaña cobraba entre 150 y 700, pesos dependiendo del número de personas.

Vendedores de estampas con frases como “Yo amo a Rubí” o “Chiva de 10,000” se vendían a 30 pesos. A la mercadotecnia de Rubí se sumaron la venta de playeras con la imagen de la quinceañera acompañada por sus papás, como aparece en el video que la llevó a cobrar notoriedad.

En Laguna Seca el número de personas se fue incrementando significativamente con el paso del tiempo y, debido a la cantidad de gente que esperaba atestiguar la carrera de caballos cuyo premio de 10 mil pesos anunciado por el padre se Rubí fue quizá uno de los elementos determinantes para que el video se tornara viral.

Por lo menos tres carreras de caballos estaban programadas, pero sólo una de ellas se efectuó y las demás fueron canceladas por personal de Protección Civil porque los presentes no atendían las normas de seguridad consistentes en permanecer detrás de una casi imperceptible línea blanca dibujada sobre el pasto.

“¡Chiva, chiva, chiva!”, coreaban los asistentes al enterarse de la cancelación de una de las atracciones principales de la fiesta. “¿Por qué no se colocaron vallas?”, se le cuestionó reiteradamente a personal de Protección Civil incapaz de ofrecer respuestas satisfactorias o de hacer valer su autoridad, pues mientras conversaba con medios algunos jinetes corrieron a sus caballos muy cerca de la gente. Entre los asistentes se comentó que una persona había muerto y una más había resultado lesionada por acercarse demasiado a los caballos durante la primera carrera.

A pesar de que se anunció que habría un fuerte operativo de seguridad, durante el trayecto de dos horas que se tarda en llegar desde la capital hasta Villa de Guadalupe, únicamente se encontraron retenes simbólicos de la Policía Estatal sobre la carretera Charcas-La Concepción, que conecta la carretera a Matehuala con Villa de Guadalupe; no obstante, los oficiales no detuvieron ni realizaron revisiones a personas o vehículos sino hasta entrada la noche.

Marco Flores y su Banda Jerez interrumpieron su presentación para llamar al escenario a Hilario Ramírez, “Layín”, alcalde de San Blas, Nayarit, que públicamente ha reconocido que durante su gestión robó “pero poquito”.  El alcalde fue presentado como un amigo “empresario” y subió al escenario para regalarle un automóvil a Rubí “pa que vaya a la escuela”, y además aprovechó para invitar a los presentes a su fiesta de cumpleaños.

Mientras eso ocurría, afuera de Laguna Seca una fila de cinco kilómetros de vehículos avanzaba a vuelta de rueda tratando de encontrar un lugar donde estacionarse para continuar con la celebración que se extendería a lo largo de la noche.

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