Vuelo cancelado ocasiona trifulca en aeropuerto de Chihuahua
30 diciembre, 2018
En defensa de la palabra*
31 diciembre, 2018

Y santo remedio

Luis Ricardo Guerrero Romero

Si Jacinto no hubiera escrito esas cosas en vísperas del año nuevo a todos nos auguraría un año mejor, pero a él siempre se le ocurren las peores ideas en los más bellos momentos. Yo no culparé a Jacinto como lo hicieron sus familiares, luego de todo, para eso está la realidad de los amigos, para complementar a la persona humana, y aunque probablemente su perro tenga mejor autoridad moral que yo en este asunto de la fidelidad y amistad, yo no culparé a Jacinto. Quién puede acusar al otro de cobarde o atrevido sólo por un suicidio. Las últimas letras de su mensaje decían: “remedio” y las primeras letras con las que empezó su misiva de despedida fue: “y santo”.

No sé cuántos suicidas han dejado algún mensaje por ahí antes de salir de este planeta, pero la carta de Jacinto me estremeció. Así, sólo la frase: “y santo remedio”. Al leer esas líneas mi cabeza a causa de la conmoción inició un listado de remedios que hasta la fecha he oído y algunos realizados.

Los hay para sanar enfermedades, desde las gárgaras con una y miel cosas, hasta medicamentos que te dan personas que jamás han padecido un malestar. Hay remedios asimismo para el corazón, quién no ha oído “un clavo saca otro clavo”; pero aquí con el asunto de Jacinto quién es el otro clavo, es que el hecho de que haya más vida superará la salida de mi amigo. Dentro de la gama de los remedios encontramos los del insomnio para todos aquellos que no han sido muy amigos de Morfeo. Pero estos remedios para el sueño ya no le van a servir a Jacinto, no ahora en este momento, ni le servirán a la familia de él.

Hay remedios para toda clase de acción, incluso los hay para no quedar embarazada (vaya contradicción contra un suicida), además de encontrar remedio para evitar el vómito, bajar la presión, bajar la bilis, bajar la panza, para fortalecer el cabello y para su caída; para desaparecer las ojeras, desaparecer a las moscas y para el calzado apretado. Probablemente este último remedio era lo que requería Jacinto, a veces el andar es sencillo, pero uno no lleva el calzado apropiado.

El remedio es un ritual y no sólo una acción, es un sustantivo que se verbaliza en cada persona que le da un santo remedio a su vida. Fue desde la voz latina medeor cuando se suscitó esta expresión, el significado del sustantivo latino anterior era para los romanos la idea de curar, una suerte de la idea de terapia en los helenos. Es decir que, a partir de medeor más el prefijo re se configuró la palabra remedio, o sea, lo que cura nuevamente, lo que vuelve a curar a partir de algo ya hecho: remedeor> remedeo> remedio. Quizás por eso Jacinto escribió: “y santo remedio”, porque él sabe de lo que habla, es un gran amante de las letras y un enamorado del ser humano, filósofo por vocación.

Ahora mismo veo cómo me ve leyendo su despedida que escribió sin haber pulsado un lápiz, sin haber pensado en morir, sin siquiera imaginar que hoy antes de que acabara el año yo lo mataría en una página y cuantos la lean también hoy sospecharán sobre el suicidio de Jacinto y esto será mi mejor modo de dar santo remedio a su vida tan efímera como un año, tan perenne como el recuerdo de éste.