Francisco ¿sin suficiente ayuda?
4 febrero, 2016
Soledad, el primer municipio en presentar su Plan de Desarrollo
4 febrero, 2016

Iglesia apenada, mejor entreguen al padre Córdova

María Elena Yrízar Arias

Desde el año 2004 llegaron a manos del arzobispo potosino Luis Morales Reyes las primeras denuncias de casos de abuso sexual contra menores de edad, atribuidos al sacerdote Eduardo Córdova Bautista. Al mismo tiempo, se supo que existían en varias diócesis del mundo expedientes de denuncias del delito de pederastia efectuada por algunos miembros de la Iglesia Católica. Para entonces, diócesis como las de Boston y Los Ángeles, en Estados Unidos, entre otras, habían tenido que desembolsar millones de dólares para indemnizar a las víctimas de los abusos sexuales que sufrieron y que tuvieron el valor de denunciar públicamente el hecho mismo de haber sido vejados en su intimidad, ya que algunos sacerdotes los hicieron pasar por una situación humillante y vergonzosa.

En México, el padre Marcial Maciel –líder de los  Legionarios de Cristo– estaba arrinconado por cúmulos de evidencias que no dejaban lugar a dudas sobre que en su pernicioso actuar tuvo redes institucionales en su favor que le otorgaron impunidad. Nada de esto llevó al arzobispo de San Luis Potosí a abrir siquiera un resquicio de comprensión a las víctimas de Córdova Bautista, según lo afirma la nota periodística publicada en   http://www.jornada.unam.mx/2014/05/28/opinion/020a1pol#sthash.pYQBbsIw.dpuf.

A raíz de que salieron a la luz pública las denuncias de los abusos sexuales en Boston, un cineasta produjo una película denominada Spotlight, que narra la historia criminal de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes de la iglesia de esa capital. Dicha película tuvo como efecto sacudir la conciencia de la población y causó una enorme crisis en una de las instituciones más antiguas  del mundo, la Iglesia Católica.

En la película, el tenaz equipo de reporteros de la sección Spotlight ahonda en los alegatos de abuso dentro de la Iglesia Católica; descubren en su investigación el encubrimiento llevado a cabo durante décadas por parte de las altas esferas de organizaciones religiosas, legales y gubernamentales de Boston, desatándose una ola de revelaciones alrededor del mundo.

En síntesis, trata sobre los extendidos escándalos de pedofilia y el subsiguiente encubrimiento dentro de la Iglesia Católica.

Como en esa película hacen referencia a algunos casos que sucedieron fuera de Boston, como lo fue en la capital potosina con el sacerdote Eduardo Córdova, la Iglesia local hizo su declaración al respecto, ya que leímos con cierto asombro el encabezado de la nota periodística del martes 2 de febrero actual, que dice: Apena a la Arquidiócesis de San Luis Potosí, que se mencione caso Córdova en película. Lo anterior se basa en las declaraciones de Jesús Omar Salazar, sacristán mayor de la Catedral potosina, quien dijo que “tiene pena que en la película Spotlight se mencione a San Luis Potosí como ciudad donde ocurren casos de pederastia”, nota aparecida en http://pulsoslp.com.mx/2016/02/01/apena-a-la-arquidiocesis-de-slp-que-se-mencione-caso-cordova-en-pelicula/ y aclara que la Iglesia no puede resolver lo que ya aconteció.

De esto último tiene toda la razón, la Iglesia no puede resolver lo que ya pasó, pero, lo que sí pueden hacer la Iglesia Católica y su Arquidiócesis es ser acordes con su postura, pues en sus manos puede estar el ayudar a las autoridades a dar con el paradero del prófugo de la justicia Eduardo Córdova, porque recordemos que hay una orden de aprehensión en su contra, dictada por un juez penal en la capital con fecha 24 de junio del 2014 por delitos en agravio de decenas de menores de edad y que la Iglesia ha sido omisa con su obligación legal de informar en dónde se encuentra el prófugo de la ley.

A la Iglesia habrá que recordarles que las víctimas de pederastia quedan marcadas para toda su vida si no reciben tratamientos adecuados. Además, está situación se agrava aún más si su victimario vive en la impunidad y bajo la protección de quien o quienes se supone deberían sancionarle.

Si la Iglesia tiene “pena”, como dijo, que no se apene. ¿Se imaginan lo que sienten las víctimas? ¿Deveras de quién creen que es la pena? Lo penoso del caso es que la Iglesia tiene pena de que se haya sabido, no dice que tenga pena de que haya habido pederastia en la ciudad, más bien, de que se sepa. Y por otro lado, cabría una pregunta en este caso: ¿no les da pena que al sacerdote Córdova lo solaparan desde un principio en 2004 que supieron de sus criminalidades? ¿No les dio pena ver qué valientes fueron algunas de sus víctimas de denunciarlos públicamente? ¿Deveras saben de qué tamaño es la humillación de ser penetrado sexualmente cuando eres niño, por alguien en que confías y que te debe proteger? ¿Y la pena de los papás de las víctimas? ¿Sienten pena en la Iglesia o vergüenza? ¿Y el resto de la sociedad que se siente agraviada y la falta de justicia, de eso qué dicen? A esos niños les robaron su niñez y lo hundieron para siempre en el mundo de la desconfianza. ¿Se valdrá?

Por favor, no abran más la herida sicológica de las víctimas, mejor ayuden a que se haga justicia. Mejor ayuden a entregar al padre Córdova. Es probable que ustedes sepan dónde está. Y así, hasta puede ser que se les quite la pena ajena.

mariaelenayrizararias@gmail.com